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Milo
Fractura de Cráneo y Luxación de AO

Historia

Milo, un pomerania macho intacto de 1,5 años, acudió a Southeast Veterinary Neurology por incapacidad para caminar tras ser atropellado por un coche.

Inmediatamente después del accidente de coche, Milo había sido trasladado a un hospital de animales de urgencias para su estabilización. No se registraron fracturas, pero cuando Milo volvió a estar mentalmente alerta, era incapaz de caminar. En ese momento, fue remitido a Southeast Veterinary Neurology para una evaluación y tratamiento más exhaustivos.

Examen

En la exploración, Milo estaba tranquilo. Mostraba tetraparesia (debilidad en las cuatro extremidades) no ambulatoria (incapaz de andar), con una función motora leve en las cuatro extremidades cuando se le apoyaba. Las reacciones posturales (respuestas que ayudan a mantener una posición vertical normal) estaban ausentes en las cuatro extremidades, y se observó nistagmo horizontal espontáneo (movimiento anormal de los ojos). Los reflejos espinales parecían normales y Milo no parecía sentir dolor.

Basándose en los hallazgos de la exploración, la localización neuroanatómica de Milo era en la fosa caudal (la parte posterior del cráneo que contiene el tronco encefálico y el cerebelo) y afectaba a su sistema vestibular (responsable del equilibrio). Se solicitaron resonancias magnéticas y tomografías computarizadas para evaluar mejor esta región.

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Laboratorios y diagnóstico por imagen

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Las radiografías torácicas (tórax) del hospital de animales de urgencias eran normales. Los análisis de sangre en Southeast Veterinary Neurology indicaron anemia leve y ALT (enzima hepática) elevada. Sin embargo, no se observaron contraindicaciones anestésicas.

Se realizó una resonancia magnética de alto campo del cerebro de Milo en múltiples planos y secuencias, incluyendo T2W, T1W y FLAIR, y se administró contraste intravenoso. Se descubrió un fragmento esquelético que causaba compresión del hemisferio cerebeloso izquierdo y del tronco encefálico, con hiperintensidad en T2 del tejido cerebeloso adyacente y material isointenso en T1 que rellenaba la bulla timpánica izquierda.

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La TC mostró fracturas traumáticas cerradas completas conminutas (más de dos piezas) y desplazadas de forma variable del hueso temporal petroso izquierdo, el hueso occipital izquierdo y el cóndilo occipital con subluxación secundaria (luxación parcial), compresión extraaxial del bulbo raquídeo y el cerebelo, derrame de la cavidad timpánica izquierda (probablemente hemorrágico) y edema y/o hemorragia subcutánea superficial.

En resumen, la resonancia magnética y la tomografía computarizada revelaron una fractura del hueso occipital en la parte posterior del cráneo, que comprimía el cerebelo y el tronco encefálico, y también una fractura del cóndilo occipital, donde el cráneo conecta con la primera vértebra (luxación AO).

Tratamiento

Para dar a Milo las mayores posibilidades de recuperación, se le llevó a quirófano y se le extirpó el mayor y más compresivo de los fragmentos.

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Al recuperarse, Milo tuvo inicialmente periodos de insuficiencia respiratoria y fluctuaciones de la tensión arterial, que se estabilizaron. En los días siguientes, Milo recuperó gradualmente la capacidad de andar antes de recibir el alta hospitalaria.

Milo fue enviado a casa con instrucciones estrictas de permanecer confinado en un espacio bien acolchado, excepto cuando se le llevaba fuera para hacer sus necesidades con correa y arnés. Milo tardará unos meses en recuperarse del todo. La cicatrización ósea suele tardar 8 semanas, pero como esta zona está unida a una articulación, será inevitable que se produzca algún movimiento. Por lo tanto, se le prescribieron 12 semanas completas de reposo con una tomografía computarizada de seguimiento para comprobar su curación después de eso.

Durante este tiempo, es fundamental evitar cualquier impacto en la parte posterior de la cabeza, donde se encuentra el cóndilo fracturado. Si Milo se cayera, saltara o incluso se moviera excesivamente durante su recuperación, podría dislocarse la cabeza y morir.

Mientras tanto, los propietarios de Milo informan de que se encuentra muy bien en casa.

Para llevar

La luxación atlanto-occipital (AO), a veces denominada decapitación interna, no se menciona a menudo en la literatura veterinaria debido a su alta tasa de mortalidad. En los casos extraordinarios de supervivencia, como el de Milo, el diagnóstico y el tratamiento oportunos, así como los cuidados de apoyo adecuados, son fundamentales para una evolución positiva del paciente.

El caso de Milo nos enseña la importancia de acudir a un especialista. Lo que el hospital de urgencias no pudo ver, un neurólogo veterinario con experiencia y equipos especializados pudo reconocerlo, confirmarlo y tratarlo rápidamente. Si Milo no hubiera sido remitido inmediatamente a los expertos de Southeast Veterinary Neurology, hoy no estaría vivo.

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