Puede que a los padres de mascotas les sorprenda saber que las convulsiones de los gatos no siempre se parecen a las de los perros. Mientras que las convulsiones son un problema bastante común en los perros, son mucho menos frecuentes en los gatos. Los síntomas también pueden ser bastante diferentes, ya que los gatos tienden a tener episodios más cortos y menos evidentes, en lugar de las convulsiones tan fuertes que se suelen asociar a los perros. Sobre todo, la causa de las convulsiones de su gato no suele ser la misma que la causa principal observada en los perros.
Entender esta diferencia es importante. Influye en la forma en que los veterinarios abordan el diagnóstico, explica por qué se recomienda encarecidamente el diagnóstico por imagen avanzado y destaca los beneficios de la derivación temprana a un neurólogo veterinario.
Mientras que las convulsiones son el problema neurológico más común en los perros, afectando a 1 de cada 90 perros cada año, sólo 1 de cada 400 gatos recibe el mismo diagnóstico en ese periodo de tiempo. Esto significa que los perros tienen aproximadamente cuatro veces más probabilidades que los gatos de sufrir una crisis epiléptica.
Dado que las convulsiones son relativamente infrecuentes en los gatos, los veterinarios suelen verlas con mayor preocupación. Cuando un gato tiene un ataque, es más probable que se deba a una enfermedad subyacente.
La mayoría de la gente probablemente se imagina las convulsiones como episodios dramáticos de colapso y convulsiones de todo el cuerpo. Aunque esto puede ocurrir en los gatos, la mayoría de las convulsiones felinas adoptan una forma diferente. Los gatos son más propensos a sufrir convulsiones focales, que sólo afectan a una parte del cerebro y del cuerpo, provocando signos más sutiles.
Los signos típicos de las convulsiones en gatos pueden incluir:
Dado que estos signos pueden ser breves y menos pronunciados que en los perros, es fácil pasarlos por alto o incluso confundirlos con comportamientos extravagantes de los gatos. Algunos padres de mascotas sólo se enteran de que su gato tiene convulsiones después de mostrar al veterinario vídeos de comportamientos extravagantes. Pero la detección precoz de estos signos más sutiles puede suponer una diferencia significativa en las opciones de tratamiento y el pronóstico.
La mayor diferencia entre las convulsiones de los gatos y las de los perros radica en sus causas.
En los perros, la epilepsia idiopática es la principal causa de convulsiones, lo que en realidad significa que no se puede encontrar una causa subyacente para las convulsiones. Con medicación para controlar los episodios recurrentes, la mayoría de los perros diagnosticados de epilepsia idiopática pueden vivir una vida larga y feliz.
"En los gatos, sin embargo, la epilepsia idiopática es poco frecuente y afecta a menos del 30% de los que sufren convulsiones recurrentes", afirma la Dra. Mackenzie Kilbourn, neuróloga veterinaria de Southeast Veterinary Neurology (SEVN).
En cambio, es mucho más probable que los gatos tengan convulsiones causadas por un problema dentro del cerebro o secundarias a un problema en otra parte del cuerpo:
En términos sencillos, las convulsiones en los gatos suelen ser un indicio de que algo más grave requiere atención. Por eso los veterinarios tratan las convulsiones felinas con mayor urgencia. Encontrar la causa es tan importante como detener los episodios.
Mientras que la epilepsia idiopática puede tratarse a menudo sólo con medicación, las causas sintomáticas y reactivas de las convulsiones que se observan habitualmente en los gatos requieren enfoques más específicos. Estos pueden incluir la eliminación de infecciones, la reducción de la inflamación, el tratamiento del cáncer o la cirugía.
"Por ello, para diagnosticar las convulsiones en los gatos se suelen recomendar pruebas de laboratorio sistémicas y diagnósticos avanzados, como la IRM y el análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR)", añade el Dr. Kilbourn.
La IRM es la prueba de referencia para visualizar el cerebro. Proporciona imágenes detalladas de la estructura cerebral que las radiografías y los TAC no pueden igualar. Con la RM, los neurólogos veterinarios pueden detectar incluso las anomalías más sutiles. La IRM no sólo revela si hay algo presente, sino también el alcance del problema, lo que ayuda a orientar el mejor tratamiento y predecir el pronóstico.
"El análisis del LCR complementa la IRM al detectar inflamaciones, infecciones o cánceres que podrían no ser visibles en las imágenes", explica el Dr. Kilbourn. "Juntas, estas pruebas nos dan la imagen más clara de lo que está sucediendo en el cerebro y el cuerpo de un gato, y lo que se puede hacer para ayudar."
El enfoque del tratamiento de las convulsiones en gatos depende en gran medida de la causa subyacente. Identificar si una convulsión está causada por un problema dentro del cerebro o es secundaria a un problema en otra parte del cuerpo es esencial para un tratamiento eficaz.
En los casos de convulsiones sintomáticas, como las derivadas de enfermedades estructurales o infecciosas, los tratamientos pueden incluir medicamentos antifúngicos o antiparasitarios, antiinflamatorios, radioterapia o cirugía.
En el caso de las convulsiones reactivas relacionadas con enfermedades metabólicas o toxicidad, abordar el problema subyacente, como el tratamiento de la enfermedad hepática o la hipertensión arterial, puede ayudar a resolver las convulsiones.
El pronóstico también depende de la causa, además de un diagnóstico rápido y el tratamiento adecuado. Con la participación temprana de un neurólogo veterinario y el uso de diagnósticos avanzados como la resonancia magnética y el análisis del LCR, muchos gatos pueden seguir viviendo felices y cómodos, especialmente cuando se puede identificar y tratar una causa subyacente.
Si cree que su gato ha tenido una convulsión -aunque no parezca grave- no la descarte. Registre lo que ve, compártalo con su veterinario y pregúntele si es recomendable remitirlo a un neurólogo veterinario. Aunque las convulsiones en los gatos son menos frecuentes que en los perros, contienen pistas importantes sobre la salud de su gato. Obtener respuestas cuanto antes ofrece a su gato la mejor oportunidad para un tratamiento eficaz y una buena calidad de vida.
No tiene por qué recorrer este camino solo. Con hospitales en Miami, Boynton Beach, Jupiter y Virginia Beach, Southeast Veterinary Neurology (SEVN) está aquí para proporcionarle orientación experta y cuidados compasivos, para que usted y su gato puedan obtener las respuestas y el apoyo que necesitan, cuando más importa.